Hace mucho tiempo, cuando las personas que vivían en lo que se conoce como Santander en la actualidad, aún eran libres y podían tomar sus propias decisiones, existían múltiples asentamientos, pero en concreto, hablaremos al que pertenecía la hermosa Zulia, el cual solía tener muchos problemas de intereses con otro asentamiento que también se encontraba en esta parte del país.
El padre de Zulia, líder del asentamiento, agotado del largo conflicto, decide enviar a su hija en una misión diplomática a tierras de sus rivales. Una vez Zulia se encuentra allí, apareció por estas tierras un español cruel y despiadado, el cual destruyó y masacró a la comunidad ciñera y al indefenso padre de Zulia, el cacique, se dice que lo ahorcó al colgarlo de un árbol de caracolí. Cuando Zulia regresa de cumplir su misión diplomática, se encuentra con un cúmulo de indígenas pertenecientes a su mismo asentamiento, los cuales huían completamente aterrorizados por culpa de los españoles y le contaron lo sucedido al pueblo en su ausencia.
Zulia, que no podía creerlo, jamás hubiese podido imaginar que el ser humano fuera capaz de cometer tales atrocidades, y sin embargo, logra reunir valentía para vengar a su pueblo y a su padre, por lo que decide disfrazarse de vasallo, para poder llegar hasta su hogar y logra observar por cuenta propia que efectivamente su padre había sido cruelmente asesinado.
Inmediatamente de sus pequeños y hermosos ojos comienzan a salir gotas llenas de rabia y coraje, de todo su ser sale un alarido lleno de lamentos, y acto seguido, decide convocar a cualquier indígena perteneciente a las comunidades aliadas que se encontrasen cerca.